En la presentación de la agenda escolar, además del habitual saludo a la comunidad educativa y de la bienvenida a los alumnos y apoderados nuevos, se suele anunciar el lema que nos regirá como un faro que ilumina la ruta por donde hemos de bregar para evitar los escollos de las decepciones y conseguir los logros esperados en nuestro trabajo educativo.
Este año hemos elegido uno que retoma en el subrayado la tradición educativa de la congregación: "En la familia y en la escuela, prevenir es amar". El método preventivo, común en las congregaciones que se dedican a la educación, fue divulgado por Don Bosco, quien lo definió de una manera escueta y, al mismo tiempo, representativa de su época. "El sistema preventivo, que se opone al represivo, consiste en poner a los alumnos en la imposibilidad de cometer faltas". San Leonardo Murialdo colaboró con Don Bosco en su juventud y, por ende, promovió el mismo "sistema" en las obras josefinas, lo explicó con un aforismo más contundente: "Abrir una escuela es cerrar diez cárceles". Se trata, en definitiva, de anticiparse a las situaciones en modo que, en lugar de recurrir a las sanciones, se establezca una estrategia que hace imposible que ocurran faltas y que los jóvenes se pierdan; construir un entorno donde el alumno se vea capaz de ser y dar lo mejor en sí. En 1878 Murialdo ante sus colaboradores perfila las características de la prevención como presencia cotidiana, asidua y vigilante en medio de los alumnos, marcada por el compartir, la alegría, la transparencia, la fidelidad y, sobre todo, la amabilidad; refiriéndose a los artesanitos, escribía estas notas: "En el colegio hay apertura (transparencia). No se esconde nada. El encubrimiento es la fuente de todos los males. Los muchachos se pueden acercar a los superiores (educadores). No hay caras tristes. Para hacer el bien a los jóvenes es necesario: 1º los medios de la religión. 2º Familiaridad en los recreos. 3º Trabajar junto con los muchachos"
Podríamos extendernos en citas e informaciones sobre el sistema preventivo, lo cual no corresponde a esta página; me limito, por tanto, a presentar una introducción que profundizaremos durante el año.
La misma prevención en la educación, tanto en la familia como en la escuela, proviene a mi juicio, del testimonio de los adultos, que han de dar el buen ejemplo de "respetar todas las reglas", con alto sentido ético y moral, sin recurrir a fáciles justificativos. Cuando un adulto o un alumno de los cursos superiores infringe "las reglas", presenta "falsificativos", no da la justa importancia a las normas, o no es capaz de reconocer las infracciones cometidas o busca fáciles escusas, induce a los menores a hacer lo mismo.
Por consiguiente, hace falta una buena inyección del sentido de responsabilidad y, por sobre todo, de autoridad, porque no existe ningún proyecto educativo, familiar o escolar, sin reglas que "rayen la cancha" y sin la autoridad necesaria para conjugarlas. En presencia del permisivismo o de sanciones que no se aplican o de ablandamiento de las mismas, surge la química del cerebro del niño y del joven el gusto por la infracción, por empujar más allá los límites puestos, por experimentar y probar lo ilícito y lo ilegal... En la práctica, sin un justo temor, no existe prevención ni, desde luego, verdadero amor.
Todo proyecto de crecimiento y maduración implica fatiga, dolor y pequeñas conquistas como fruto del propio esfuerzo. Por el contrario, hoy en día, especialmente a los adolescentes les llegan mensajes ilusorios que tratan de anestesiar sus vidas. De ahí proviene su fuerte sentido de omnipotencia, acompañado a veces por la irresponsabilidad. Prevención, entonces, es comprender que no se puede eliminar la fatiga, el sufrimiento, la renuncia, el privarse de algo, el saber decir NO a tiempo, y esto, tanto en casa como en la escuela, y a cualquier edad.
Por todo ello es importante tomar decididamente nuestro andar desde la comunicación emotiva y desde los lazos afectivos para dar el justo enfoque a la prevención. Porque prevenir es, al fin y al cabo, una expresión de amor.
P. Franco Zago
Rector
Rector
Artículo publicado en "Murialdino" del mes de marzo, Nº 66