jueves, 7 de julio de 2011

EN CUALQUIER REBAÑO PUEDE ESCONDERSE UN LOBO

Estimada Comunidad Murialdina:

En este “Murialdino” quiero abordar un tema muy hablado últimamente, tanto en los medios de comunicación como entre la gente de la calle: los abusos sexuales contra menores cometidos por personas consagradas. Por cuan delicado pueda ser el argumento, pienso que no debe ser impedimento para que se trate en esta página o se hable en clase o en casa, sobre todo cuando los hijos preguntan. Eso sí, siempre con la verdad y delicadeza necesarias, y acorde con la edad.

Son varios los apoderados que me han pedido orientaciones sobre esto y, en mi limitado tiempo, he podido conversar con ellos personalmente o en grupo. Con los profesores ya tratamos el tema dos veces. Proyectamos también abordar algo en las salas de clase, especialmente con los más grandes.

Uno quisiera decir muchas cosas aquí, porque la temática tiene muchos aspectos y matices; pero debo limitarme a este espacio, esperando ceñirme a lo más relevante. No descarto la posibilidad de hablar en otros foros o en los próximos Murialdinos.

En primer lugar, hay que afirmar rotundamente que quienes cometen estos delitos no pueden ser consideradas personas consagradas, ministros de Dios, porque a quien han traicionado primeramente es a Dios, y luego a su Iglesia con todos sus miembros, desde el Papa hasta el último bautizado. Por lo tanto, son ellos mismos que se colocan fuera de la Iglesia, aunque hipócritamente sigan ejerciendo funciones. Escudándose detrás de la religión, han causado daños gravísimos a menores que habían depositado su confianza en ellos. Sus actos son pecados y son crímenes a la vez. En cuanto pecados, si ellos se arrepienten de verdad, Dios los va a perdonar. En cuanto crímenes deben ser condenados tanto por las autoridades eclesiásticas según el derecho canónico, como por la sociedad civil mediante los tribunales. Jesús nos llama a perdonar, pero la naturaleza humana demanda reparación pública; y ésta no se da más que en los juzgados. Y es justo que sea así. ¡Al fin y al cabo la naturaleza humana es creatura de Dios! En estos días todo el mundo reclama justicia, que debe hacerse con toda verdad y transparencia.

Dependiendo de la edad, los menores, nuestros alumnos, han de llegar a comprender lo que acabo de escribir; por su propio intelecto o con la ayuda de adultos (padres, educadores, etc.). Es necesario también ampliar su visión, haciéndoles ver que en cualquier lugar hay gente buena y mala alrededor nuestro. Lobos con piel de oveja pueden estar presentes en todas las instituciones, incluso las más confiables. Por eso, sin perder la confianza en las instituciones, ellos han de formarse criterios prácticos de discernimiento.

Pero, ¿cómo distinguir buenos y malos? ¡No algo es fácil! Lo primero, recurrir a medidas de sentido común. ¡Pero, el sentido común no es siempre tan común! Por otra parte, los casos conocidos revelan que la mayoría de los abusos está en manos de alguien que se ha ganado la confianza del menor. Es oportuno, entonces, enseñar a los niños a reconocer aquellos gestos, actitudes, “astucias y mañas” de acercamiento que son precursoras de abusos. Cuando estaba en USA, un investigador me decía que muchos abusadores empiezan por aislar a un menor, dándole una atención indebida o haciéndoles regalos. Otros le hacían participar en actividades que sus padres jamás aprobarían, como ver imágenes no apropiadas a la edad (pornografía, incluso), tomar alcohol… Desde luego hay que preparar a los menores, advirtiéndoles que hay personas que podrían presentarse con piel de oveja, siendo en realidad lobos depredadores. Hay que alertarlos sobre quien de repente comienza a tener contacto excesivo con ellos, como luchas, cosquillas o cosas parecidas; sobre quien, bajo cualquier excusa, quiere estar a solas con ellos, aunque sean muy amigos. Una mirada particular debemos tener para con los menores que han sufrido algún desgarro emocional, como la separación de los padres, la muerte de un familiar y que, por ende, están más necesitados de cariño, pues son más vulnerables y blanco de posibles depredadores (incluso blanco de bullying entre compañeros).

Estamos en el año de la prevención: “prevenir es amar”. Amémoslos, también dedicando tiempo a la prevención, pasando ratos conversando con ellos.

Padre Franco Zago
Rector

Artículo publicado en "Murialdino" de Abril, Nº 67